Cuando asumí la película de Poveda tenía una idea distinta de quien era Pedro Poveda. Sabía que era un personaje complejo, multidimensional, con muchas posibilidades; pero a medida que fui profundizando en la historia y descubriendo al personaje, me di cuenta que me quedaba absolutamente corto en todas mis previsiones.
"Pedro Poveda se insertó en mi vida de forma inevitable, de tal manera que, siendo yo mismo tan ignaciano, descubría en el hombre de Linares, de Guadix y de Madrid, el referente más consumado de ese evangélico "estar en el mundo sin ser del mundo", entendiendo el hecho mundano como comprensivo del egoísmo dominante.
Hablar de Dios nunca ha sido fácil, aún cuando siempre es necesario. Y hablar en referencia al hombre, es decir, de un Dios que conmueve fundamentos es más arriesgado porque podemos dar la media vuelta como el joven del Evangelio.
“La Eucaristía era el centro de su vida. La celebraba con temor y reverencia evocando la última Cena y el Calvario. Le impresionaba tan profundamente que sus sentimientos de indignidad personal, como ministro sacerdotal, eran muchas veces visibles.
“Ese que estoy retratao entre medio de sus piernas (se refiere a la foto) - que tengo ahí 7 u 8 anillos - ése soy yo. Yo he sío acólito y he acompañao al Padre Poveda.
"Le conocí por primera vez con ocasión de la fundación de la F.A.E. Desde entonces traté al P. Poveda muy intimamente. Piadoso, sencillo, humilde, profundo conocedor de los problemas educativos españoles, de gran celo y tacto para ejecutar.
"Él no era para nosotras el Fundador, lleno de asuntos y trabajos, a quien se teme robar un tiempo precioso; era un padre, que se interesaba por nuestras cosas como suyas, nos aconsejaba con todo cariño, se desvivía por nuestro bien y sabía prodigar consuelos en la desgracia.
"San Pedro Poveda, captando la importancia de la función social de la educación, realizó una importante tarea humanitaria y educativa entre los marginados y carentes de recursos.
"Modeló su sacerdocio en la configuración con Cristo crucificado y en la amorosa contemplación de Nuestra Señora de los Dolores.
"Nuestro humanismo desviene cristianismo, y nuestro cristianismo se hace teocéntrico: para conocer a Dios hay que conocer al hombre" (Pablo VI).
"El hombre de hoy no está amenazado por la "falta de ciencia" sino por "la falta de conciencia". Precisa que se comunique y viva con hombres que "tienen" verdad que libera.
"Nos hallamos ante un hombre, no deslumbrador, pero sí ante un "espíritu atrayente", exquisitamente cortés, pero natural y llano. Un hombre sin prisas, capaz de interesarse por todo lo nuestro y de dar a cada cosa su relevancia.
“Sal y luz que siempre se conjugan en las obras de Poveda como armonía de ciencia y fe. Para él aquellas mujeres que se acercaban casi por primera vez a la Universidad, que se abrían originalmente a la Pedagogía y a todas las disciplinas debían cultivar la ciencia.
“En aquel ambiente clerical cayó como una centella un joven sacerdote preocupado por los humildes.